miércoles, 7 de enero de 2015

Montañismo. Cima. Primera ascensión. Agravio comparativo

Cumbre del Chopicalqui. Cordillera Blanca. Ancash. Perú. Foto Koky Castañeda, 2010


En recuerdo del concepto tradicional de «primera ascensión» compartido por
Hubert Adams Carter y Silvia Metzeltin Buscaini


Ascensiones sin cima o séptima tendencia en el alpinismo actual

No pretendo señalar aquí hasta qué punto la exigencia del éxito en la sociedad actual influye en el deterioro de los valores tradicionales del alpinismo, ni la cotización a la baja del valor «honestidad», ni por qué aumenta el hábito de disfrazar el fracaso, ni si el requisito de alcanzar o no una cima para poder reclamar una primera ascensión tiene que ver con la complacencia1 o con el radicalismo, ni la conveniencia de imponer reglas a quien socializa su actividad alpinista, ni quién tiene razón.

Mi objetivo es más bien mostrar el aspecto injusto de las modernas primeras ascensiones incompletas. He procurado extraer el menor número posible de ejemplos para destacar dos nociones distintas, de reputadas autoridades alpinistas,2 sobre «primera ascensión». He seleccionado: a) tres escaladas consideradas intentos porque llegaron a menos de 30 metros de una cima, b) una escalada que terminó a un largo de cuerda de una cima y fue concebida como «éxito» y c) cuatro reprobaciones indirectas a esto último.

El término primera ascensión es polisémico, se refiere tanto a la llegada a una cima virgen como a una nueva ruta en una montaña que ya había sido ascendida. Además, la noción de primera ascensión es cada vez más relativa a la mentalidad del alpinista. Es relativa porque el reconocimiento de primera ascensión requiere alcanzar una cima según la mentalidad tradicionalista, mientras que en la actualidad no parece requisito imprescindible alcanzarla.3 Sobre esto enumeré hace tiempo diez hábitos y tendencias, observadas al leer las «notas» de actividades publicadas en anuarios especializados. En la séptima anoté: «[...] ahora es frecuente considerar primeras ascensiones o "nuevas rutas", y nombrar como si fueran vías completas escaladas que antaño se hubieran considerado intentos porque terminaron antes de las cimas.»

Vertiente suroeste de los nevados Caracol, Concha de Caracol y Pachanta (Puca Punta), de izquierda a derecha. Cordillera Vilcanota. Cuzco. Perú. Sevi Bohórquez, 2009



Intentos y primeras ascensiones

El llamativo nevado llamado hoy Pucapunta o Puca Punta (5740 m) de la Cordillera Vilcanota es el Pachanta Peak mencionado por Craig Merrihue en su artículo «The Harvard Andean Expedition 1957» publicado en American Alpine Journal (AAJ) 1958:
Habíamos barajado la opción de realizar una travesía descendente de la cresta oeste del nevado Ccapana para luego ascender por la cresta este de la pirámide rocosa adjunta, llamada "Pico Pachanta". Pero una inspección más minuciosa nos reveló que la supuesta cresta era en realidad un acantilado vertical, lo que nos obligó a abandonar ese absurdo plan [...] Más adelante, durante el verano, volvimos otra vez al Pachanta. Cuatro de nosotros partimos hacia un reconocimiento, ya que no era obvia una ruta razonable. En la base de la pirámide, Wortis y Jarvis fueron a escudriñar la cara sur, mientras que Hooker y yo esperábamos encontrar una ruta hacia el collado pegado al Ccapana. Para nuestra sorpresa, en el camino hacia el collado, pudimos escalar ciertos trechos sobre una roca excelente, que luego se convertiría en una interesante escalada sobre hielo hasta la cumbre. El constante tallado de escalones y el aseguramiento, ralentizó la progresión de forma que eran las 4:30 cuando pudimos asomarnos a la otra vertiente. Rápidamente abandonamos la idea de pasar una poco atractiva noche allí y alcanzamos el collado con la luz justa para poder elegir una ruta rapelable de descenso que nos llevara por las pendientes de nieve y hielo, evitando por completo los sectores escalados sobre roca. Un lento pero constante descenso nos devolvió al campamento antes de la media noche.*
Así quedaría registrada la primera ascensión a la cima del Pachanta, al parecer por la cara estesureste y la arista noreste, mérito de la expedición de Caspar Cronk, William W. (Bill) Hooker, Steven Jarvis, Craig Merrihue,** Earle R. Whipple y Michael Wortis.

Nevados Pachanta (izquierda) y Ccapana. Cordillera Vilcanota. Cuzco. Perú. Intento del grupo de Bernard Amy (línea azul) y vía Hooker-Merrihue con línea roja.
Foto y líneas Nathan Heald, 2012


Tres años después de la expedición norteamericana llegó a la cordillera la expedición del Club Alpin Française, de la cual Bernard Amy4 notificaría con claridad en AAJ 1971 p. 412:
Mme Badier, Berquet, Choquet y yo realizamos la primera ascensión de la cresta sureste del Pachanta (5727 metros o 18789 pies) el 19 de julio, una muy bella pero difícil escalada de 2600 pies verticales. Una violenta tormenta eléctrica nos detuvo a un fácil largo de cuerda de la cima.
Esta sincera aclaración de Amy sería transformada por Evelio Echevarría en nota discordante sobre tal «first ascent», y a su vez concordante con la mentalidad tradicional de la época, en AAJ 1973 p. 393:
(Observación: Este grupo no alcanzó realmente la cima, teniendo que detenerse'… a un fácil largo de cuerda de la cima...” debido a una tormenta).
Amy se atribuía desde su punto de vista, de manera clara, sin eufemismos,5 una primera ascensión. Al fin y al cabo la cima del Pachanta ya había sido alcanzada por otros. Sin embargo, esa primera ascensión de la arista sureste era inadmisible en el AAJ dirigido entonces por Adams Carter.6 Así la discreta nota de Echevarría compartía conceptos del minucioso editor norteamericano, cuyas opiniones elogiaría Silvia Metzeltini7 en su artículo publicado por AAJ 1988:
A medida que la escalada evoluciona, surgen, cada vez más, cuestiones éticas en el mundo del montañismo […] Adams Carter y Charles Houston debatieron, valiente y enfáticamente, algunos de estos aspectos, en el American Alpine Journal de 1987.
El recomendable artículo «To the Very Summit», de Metzeltin, termina con un enunciado tan lapidario como molesto para algunas mentalidades condicionadas por la noción de éxito que promueve la sociedad actual:
Para simplificar la difícil tarea de los historiadores del montañismo, propongo una drástica sugerencia: todas aquellas ascensiones donde la verdadera cima no se hubiera alcanzado son simplemente intentos, independientemente de la dificultad técnica que hubieran tenido.
Por lo dicho,8 resulta entonces normal que, en la página 398 del mismo AAJ 1971, el neozelandés Hugh D. Wilson no considere primera ascensión su escalada con James Jolly que llegó a unos 30 metros9 de la cima del Pukarashta Este (ca. 5550 m Ricker) en la Cordillera Blanca:10
Jolly y Wilson intentaron también el innominado pico virgen entre el Pucahirca y el Pucarashta pero, debido a la falta de tiempo, tuvieron que regresar cuando se encontraban a 100 pies [ca. 30 m] de la cima.
Esta escalada neozelandesa con estilo alpino también sería considerada «intento» por el riguroso John F. Ricker,11 no la mencionaría en su magnífica guía Yuraq Janka (editada en 1977), otorgaría la primera ascensión a William Katra (USA), Michael G. Andrews y James Milne (Nueva Zelanda) que alcanzaron la cima por la arista oeste el 15 de julio de 1974 y dieron al pico el nombre «Mushoq Shipash».

La expedición vasca que escaló en 1975 la cara SE del Pucahirca Central (6014 m) llegó por su arista SO cerca de la cima, sin obtener el reconocimiento de primera ascensión o nueva ruta; véase croquis. La cima había sido alcanzada en 1961 por los italianos Dionisi, Marchese, Ghigo y Fecchio. Antes lo habían intentado Lambert y Kogan (de la expedición suiza de 1958), y Calegari, Rossetti, Farina y Poloni de la expedición italiana de 1960. Foto J.A. Emilio Hernando, 1975.


Intentos actuales, menos notables que el de Wilson y Jolly, suelen atribuirse los méritos y privilegios propios de una primera ascensión por diversas razones e intereses.12 Visto así, dicho tipo de atribuciones revela un claro agravio comparativo para las honestas tentativas, candidatas al olvido, que merecen una compensación justa aunque esto entrañe soluciones difíciles.

El honesto concepto de intento o la negación del fracaso es lo que distingue a una categoría de alpinistas de otra que pretende granjearse la admiración de un público sin criterio. La valía de cada clase de alpinista depende del juicio de quien escribe la historia. Si uno de los principales valores alpinistas es la honestidad, ¿qué reconocimiento merece quien pretende atribuirse hoy el mérito negado ayer a quien consiguió lo mismo?

Aparte de quién tenga razón acerca del requisito de la cima, al otorgar por ejemplo al grupo de Bernard Amy su reclamada primera ascensión de la arista sureste al Pachanta, ¿sería lícito reivindicar como primera ascensión la vía inconclusa de Hugh Wilson y James Jolly al Pukarashta Este? En caso afirmativo, habría que otorgar el mismo mérito a quienes retrocedieron a pocos metros de una cima. Y entonces deberíamos enfrentarnos al problema de indagar, reescribir o corregir buena parte de la historia documentada del alpinismo.

Notas
* La traducción inglés-español de las citas es de Antonio (Toño) Rodríguez Verdugo.
** Craig murió con Dan Doody en 1965 al caer del Mount Washington. Henry Kendall, que escribió la necrológica de Craig, murió buceando en Florida.
1) Cierto día pregunté al editor de una publicación periódica alpinística por qué admitía como vía nueva o primera ascensión lo que antes se consideraba intento. Me respondió: «Si consideramos intento una escalada incompleta muchos escaladores dejarán de informarnos sobre sus actividades.»
2) Porque el requisito de alcanzar cimas para reclamar primeras ascensiones debería relacionarse con los conceptos individuales, y no sólo con la ignorancia.
3) Cosa distinta es que en el ámbito de la escalada propiamente dicha, como simple faceta del alpinismo, se considere irrelevante por ejemplo pisar la cumbre de El Capitán tras escalar sus paredes por una ruta nueva.
4) Bernard Amy (Beirut, Líbano, 1940–), alpinista de nacionalidad francesa, ingeniero e investigador en ciencias cognitivas. Es coautor de un libro de investigación científica (publicado en 1988) y autor de ocho libros sobre alpinismo publicados entre 1972 y 2012. Participó en la expedición de Marsella de 1968 al pilar este del Fitz Roy, en Patagonia. En 1969, organizó una expedición al Cilo Dag del Kurdistán. Luego fue a Estados Unidos y Perú. En Canadá escaló con Patrick Cordier y Joel Coqueugniot la Lotus Flower (segunda ascensión) y estuvo con Cordier en la primera ascensión al Rooster Comb en el macizo del McKinley. Participó en una expedición al Gurja Himal, en el macizo del Dhaulagiri. Regresó a Perú en 1973 e intentó escalar la arista oriental del Huantsán. En 1974 fue al Hoggar (Argelia) y al Hindu Kush (Pakistán), donde ascendió al Tirich Oeste III. En 1975 abrió la vía directa en la cara sur del Kétil, de Groenlandia.
5) Algunos eufemismos actuales para disfrazar de éxito una tentativa son: ruta parcial, ruta hasta la arista, ruta hasta debajo de los seracs de la arista, ruta hasta el final de la pared, ruta hasta la línea de nieve, ruta hasta enlazar con otra, etc.
6) Hubert Adams (Ad) Carter (June 6, 1914–April 1, 1995), alpinista estadounidense, profesor de idiomas, fue editor del American Alpine Journal durante 35 años. Con cinco años de edad ascendió al Monte Washington 1917 m. Se graduó en la Academia Milton de Massachusetts en 1932 y en la Universidad de Harvard en 1936. En 1934 participó con Bradford Washburn en los primeras ascensiones al Monte Quincy Adams (4150 m) y al Monte Crillon (3879 m) en Alaska. En 1936 fue miembro de la expedición británico-estadounidense que consiguió la primera ascensión al Nanda Devi (7816 m) en la India. Véase AAJ 1996 pp. 369-373. Carter consideraba intento cualquier escalada andina que no alcanzaba una cima. Rechazaba una pretendida nueva ruta que ascendiera a escasos metros de otra en una pendiente de hielo, nieve o terreno mixto. Sólo consideraba cima las elevaciones a partir de 100 metros por encima de los collados que la rodearan.
7) Silvia Metzeltin Buscaini (Lugano, 1938–) Profesora de la Universidad de la Insubria, Varese, Italia. Empezó a escalar con catorce años en Ticino, cantón suizo. Compartiría la pasión por el montañismo y muchas primeras ascensiones con su marido Gino Buscaini (falleció en 2002), en los Alpes, los Dolomitas, el Himalaya (Zanskar y Garhwal), los Estados Unidos y, sobre todo, en los Andes patagónicos. Estudió geología en la Universidad de Milán, trabajó como asistente en el Instituto de Geología y se doctoró. Colaboró como periodista independiente en la Radiotelevisión suiza de habla italiana. Es coautora de bastantes libros y películas, y desde 1984 autora de artículos y de libros. Entre estos destaca la preciosa obra Patagonia, Terra magica per viaggiatori e alpinisti. Milano: dall’Oglio, 1987, editada en italiano, alemán, francés, español y actualizada en italiano por ed. Corbaccio en 1998. Sus libros más recientes son El macizo del San Lorenzo (publicado en 2005) e In tanta malora patagonica publicado en 2012.
8) Con el significado del párrafo anterior —obsoleto para muchos escaladores modernos— aún comulgan Alpinistas como Mark Richey, que me respondió acerca de la importancia de alcanzar la cima: «Somos alpinistas, escalamos montañas, no las rodeamos». Alex Huber me contestó con otra pregunta y una afirmación: «Si alguien escala por terreno virgen hasta la arista de un ocho mil, llega a 300 m de la cima y baja por la vertiente opuesta, ¿es una ruta nueva? Para mí sí». Después añadió: «En mi caso, si me quedara a pocos metros de una cima volvería para conseguirla.»
9) En las páginas 400 y 401 del mismo volumen hay otra escalada que terminó a 30 metros de la cima del Yerupajá Chico (El Toro, 6089 m): «Attempt on El Toro, Cordillera Huayhuash. An English expedition led by Joe Brown [...] made a valiant attempt on El Toro* (20,082 feet) but failed to climb the last 100 feet.»
10) Resulta clara la importancia de la cima en casos de coleccionismo alpinista, adjetivado en sentido positivo. Parece obvio que quien aspira al mérito de ser primero en «conquistar» los catorce ochomiles, las siete cumbres de los seis continentes, etc. debe alcanzar la cota más alta de cada montaña. Recuérdese la disputa entre Edurne Pasabán y Oh Eun-Sun por el reconocimiento público de ser la primera mujer en alcanzar las catorce cumbres de la Tierra. Tenemos registrado en el Canadian Alpine Journal 1979 pp. 25-29 otro ejemplo de honestidad alpinista: el 19 de julio de 1978 Joe Bajan, Paul McEwan y Ralph Hutchinson llegaron a cinco metros de la cima del Champará Norte 5350 m de la Cordillera Blanca, lo consideraron intento, no reclamaron la primera ascensión y, por esto, no figura en las guías publicadas después.
11) Ricker omitió en su guía la mayoría de escaladas incompletas (intentos) en la Cordillera Blanca.
12) A veces se argumenta que los intentos son primeras ascensiones porque incluso algunas federaciones ha premiado actividades relacionadas directamente con escaladas inconclusas.

Post data
16 de enero 2015. Relativo al tema, léase «History and "new route concept" discussion» de Rolando Garibotti

6 comentarios:

  1. Andes – Documentación – Silvia Metzeltin, 9 de enero de 2015

    También la tarea de la Documentación cambia junto al montañismo. Por un lado hay que tener en cuenta los deportistas patrocinados y comerciales, y por otro lado los individuales autónomos que para sus referencias dejaron ya de apoyarse en los Clubes. Ambos suelen descuidar la documentación histórica y topográfica. Por lo general les interesa promocionar su logro, a veces hasta tan sólo un proyecto por hacer. Unos, por necesidad de vender éxitos a los demás. Otros, por falta de interés para la cultura del montañismo.
    Ahora me parece que, para bien o para mal, lo de establecer reglas del juego, comprobar o juzgar ya se le escapó a los Clubes. Tal vez, la Documentación privada tendrá que dedicarse ahora a lo esencial, a buscar informes claros pero sin valorar; como en el ejemplo de B. Amy en el Pachanta. Quizá se podría poner de ahora en adelante “primera ascensión” solo para cimas nunca pisadas antes (que todavía existen), y dejarle a cada uno la opción personal de declarar que consiguió una “primera”; de la arista no, claro, sino de los últimos 30 metros de una larga arista, los que le faltaban a B. Amy para la cima.
    Según creo, valorar acontecimientos parecidos no tiene sentido; bastaría con mencionarlos, pero sin darle importancia. Igualmente serviría para poner en cada nuevo relato los datos del contexto histórico, esto es, enumerar sencillamente todo lo logrado antes en la misma cima, sin más comentarios, pues ello hablaría por sí mismo. En cambio, relatar los detalles de una crónica sin juzgar puede resultar básico para los historiadores del mañana, y tal vez evitar las tentaciones de disfrazar los hechos por silencios o mentiras.
    Existe todavía un montañismo estupendamente “inútil”, al que le falta sin embargo encontrar un camino equilibrado entre aventura y deporte, pues tropieza con el mercado, igual que pasó (y a veces pasa todavía) con los nacionalismos. No olvidemos que al mercado y a los nacionalismos, la ética no les importa, ni lamentablemente les conviene; entonces, por lo menos, no tendríamos que favorecerlos, ya que no podemos pararlos. Sin embargo, un trabajo de documentación serio, con muchos datos de crónica averiguados, puede considerarse básico para poner al día no tan sólo la historia, sino una nueva visión del montañismo. Ojalá.

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  2. En cuestión de primeras ascensiones se debería exigir cierto rigor ortodoxo. La opción de hollar una cima no debería dejarse a la subjetividad. ¿Sería válido quedarse a 10 metros, a 30 metros, a 50 metros de la cima? ¿Dónde estaría el límite? ¿Quién es el garante oficial de la autenticidad de determinada vía con o sin cima? Quizás el problema radica en la propia naturaleza del montañismo. Cuando me aficioné al andinismo se confiaba en la honestidad del que afirmaba haber escalado por primera vez algo y que había llegado a la cima. Al andinista se le presuponía unos valores elevados, como honestidad o nobleza, por encima de la media de la gente. Bien sabemos que también había por ahí algún que otro “aguililla”, pero eran los menos. Eso era lo que nos contaban los libros o las películas, y luego lo comprobabas en la práctica. Pero me imagino que todo acaba trivializado, ya no basta con subir, y es necesario ser mediático para que te reconozcan como triunfador.

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  3. Muy interesante el articulo. Da mucho que pensar. Muchas gracias Sevi!

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    1. Muchísimas gracias a ti Rolando, extensivas a Toño y a Silvia, por vuestras valiosas opiniones. Aprovecho para felicitarte, y a Dörte Pietron, por vuestro nuevo libro PATAGONIA VERTICAL - Frey - Cerro Catedral http://www.pataclimb.com/guidebook/guidebook_frey.html

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  4. Sobre el tema de las variantes y las escaladas sin cima recomiendo leer las aclaraciones de Rolando Garibotti en History and "new route concept" discussion, http://alturl.com/uc874

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  5. Un viejo asunto.
    Pero vamos, para un "alpinistorro" una cosa es nueva ruta sin cumbre... y otra cosa es primera ascensión/escalada a cumbre y/o nueva ruta a cumbre ya ascendida. Fin de la historia.

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