miércoles, 26 de diciembre de 2012

África. Marruecos. Marrakech. Atlas. Taghia. Viaje con Lahcen Bouredda. Parte IV

Lahcen Bouredda y Consuelo Amorós esquivan el assif Taguia.
Foto Sevi Bohórquez


Vuelta desde Taguia hasta Marrakech

Desayunamos en Taghia casi lo mismo que la mañana anterior en Zaouïat Ahansal. Con las mochilas a la espalda nos despedimos de todos y bajamos deprisa bajo la lluvia. Queremos llegar a Marrakech esta tarde.

Sorteamos el río trepando por la roca, mojada, bastante resbaladiza para las desgastadas suelas de nuestras botas. Nos detenemos a veces, demasiados detalles del paisaje que ayer vimos con luz solar atraen nuestra atención hoy entre brumas y llovizna intermitente.

En Ahansal tomamos té con Mohamed Amagar, que nos sugiere partir pronto si no queremos quedar bloqueados por la nieve. Arrecia el temporal a medida que ascendemos en el coche al puerto por la pista embarrada. Sin cadenas en las ruedas, el resolutivo Lahcen conduce con habilidad sobre algunas placas de hielo y la nieve que roza los bajos del vehículo.

Lahcen Boureda espera que un camión quitanieves despeje la carretera del tizi N'llissi (2606 m) hacia Azilal.
Foto Consuelo Amorós


Tememos una gélida noche sin sacos de dormir en las laderas noroeste del Azourki o del Aroudane. Aunque faltos de visibilidad, vemos a tiempo dos camiones de nómadas bereberes parados que impiden el paso en el primer puerto. Por suerte podemos esquivarlos. Suspiramos aliviados al bajar del segundo puerto, sube de frente un camión quitanieves.

Bajo densos nubarrones negros intuimos el atardecer. Apenas llueve cuando paramos en una almazara medio artesana de las afueras de Azilal, donde Lahcen se aprovisiona mientras mojamos pan en un delicioso aceite.

Un obrero en una almazara artesana de Azilal coloca las aceitunas dentro de una estera, que luego prensará para extraer el aceite.
Foto Consuelo Amorós


La amenaza meteorológica se disipa con la noche cuando entramos a la iluminada Marrakech. Llegamos un día antes de lo previsto a la riad Alamir, pero conseguimos la misma habitación que reservamos tres días antes. Procede ducharse, cenar ligero y pasear por los alrededores de Jamaa el Fna.

Mañana holgazanearemos, desayunaremos al sol en la terraza de la riad, compraremos algo para regalar y visitaremos el jardin Majorell. Pasado mañana tendremos todo el día para un recorrido turístico.

Detalles del interior del Palais Sebban.
Foto Consuelo Amorós


Cenaremos después en el restaurante del Palais Sebban. A la mañana siguiente vendrá Lahcen para acompañarnos al aeropuerto y despedirse hasta pronto. Ojalá, inch Alá, in šāʾ Allāh.

Patio del Palais Sebban apenas iluminado por la luna.
Foto Consuelo Amorós

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